Saturday, July 11, 2015

Caminando hasta abrir mi computadora: un negro sucio, con poca ropa y vieja, gritando, diciéndole la verdad a todo el que pasaba por debajo de la línea del tren. Me detuve por un segundo a esperar que el tren llegara, y una pareja de homosexuales pasaron de brazos. Un chiflido de burla, de seguro de un cubano, resonó en todo el barrio de muchas paredes altas. Me dio riza ver al hombre, un constructor, en el segundo piso del edificio en construcción enfurecido al ver, tanto descaro— fueron sus palabras al verme—. El tren llegó—no, no era un bus—y la conductora hizo cuatro paradas donde no había paradas para saludar a personas que frecuentan el tren.


Así es que el cansancio de la sensatez seca el roció de una joven ciudad.

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