Me encantaría encontrarme con un niño que se llame Aylan para contarle la historia de otro niño que se llamaba como él: éste era un niño sirio que lo encontraron en las orillas de Turquía dormido bajo las sabanas de las olas.    

  No me puede inculpar más el hecho de solo reaccionar a las noticias. 

   No soy omnisciente, pero qué diría al respecto esos inocentes que se quedaron con ganas de más caramelos ante nuestra incapacidad de un mundo que proteja su felicidad innata?